Científicos afirman que la principal
hormona del amor y del deseo sexual, la testosterona, aumenta cuando el día es
más largo, es decir en verano, y alcanza el nivel más alto en el mes de agosto.
Con el buen tiempo se multiplica además la serotonina, un
neurotransmisor que afecta al estado de ánimo, "dándonos una sensación de
placer, relajación y de euforia".
En la adolescencia, donde tenemos tantas ganas de
descubrir mundo, donde los impulsos a
hacer una locura no son obstáculo ninguno para llevarla finalmente a cabo, donde ya de por sí tenemos la
testosterona activada, decirles a nuestros padres que su intento a protegernos
constantemente con respecto al sexo es comprensible pero no deben olvidarse de
un detalle muy importante nuestra naturaleza biológica.
Conclusión queridos padres, no deberíais luchar contra la que
“madre naturaleza” pues será una batalla perdida, así como también la perdieron
vuestros respectivos padres ,los padres de vuestros padres y así hasta los
orígenes de la humanidad.